Personal
está siendo agredido no sólo por su empresa, sino que se les niega el pago y la
información sobre el fideicomiso al que ellos contribuyeron
por Jesús
González Schmal el 2 de junio de 2013
Hacía
2004-2005, el director de Corporación Internacional de Aviación S. A. de C. V.
(Cintra), Andrés Conesa, nos informaba, en la 59 Legislatura, que éste
consorcio, que controlaba las empresas Mexicana de Aviación y Aeroméxico,
registraba utilidades, redujo casi a ceros sus deudas y mantenía un equilibrio
entre bajos costos y alta productividad. Se jactaba de que el capital más
valioso de Cintra era el personal de tierra y la alta calificación de la
tripulación en todas sus aeronaves (existe grabación con video de éstas
aseveraciones). No obstante ello, Conesa insistía en que se debían privatizar
las dos aerolíneas emblemáticas de México.
Apenas
hacía unos años que ambas empresas habían sufrido grandes crisis por sus altos
niveles de pasivos y el crecimiento, inusitado, de ellos por las elevadas tasas
de interés bancario. Fueron rescatadas a través del IPAB, que le pagó a
Bancomer, y a otros bancos, la cartera vencida de éstas aerolíneas para ser
administradas y salvadas por el gobierno, toda vez que el concepto que privaba
era el de que la industria de transportación aérea era vital para el país no
sólo por el carácter estratégico del sector en su aspecto de control soberano
sobre el espacio, sino también por el efecto detonador y multiplicador en
diversos sectores de la economía nacional, con un buen servicio de nivel
competitivo internacional.
Así fue que absurdamente, bajo el influjo de las deudas y compromisos electorales de Fox “con sus amigos”, les entregó Mexicana de Aviación a Gastón Azcárraga, del “Grupo Posadas”, y Aeroméxico a José Luis Barraza, de “Banamex”.
Estas
privatizaciones han sido desastrosas. Hoy mismo, Aeroméxico, ya dirigida por
Andrés Conesa (se entiende por qué quería privatizar), está planteando un
conflicto laboral económico para poder reducir los salarios de su personal a
niveles ínfimos. Su pésima administración la ha llevado a perder, contra líneas
nacionales e internacionales, buena parte de su mercado. El servicio es cada
día peor y las demoras cosa de todos los días.
Peor suerte ha tenido Mexicana. El grupo de Gastón Azcárraga, pese a que prácticamente le cedieron la empresa a un precio simbólico y que logró compensarlo con la inmediata venta de activos de alto valor, como la Torre de Mexicana, fue a la baja en todos los órdenes, al grado de que se pensaba si no estaba planeada su quiebra después de haberla “ordeñado” y trasladar al gobierno las responsabilidades laborales y los altos pasivos fiscales y de servicios de aeronavegación. Todavía en estos días es una incógnita el saber si se quiere un inversionista para salvarla o una resolución judicial para sepultarla.
En éstas siniestras maniobras, Fox jugó con las dos grandes líneas de bandera mexicana como si se tratara de una diversión que le permitía quedar bien con sus patrocinadores; nunca pudo, siquiera, imaginar (mucho menos pensar, por su bajo coeficiente intelectual) el daño a la nación y la tragedia humana que ha provocado en más de 8 mil personas de alta especialidad en ésta área, que se han quedado sin empleo desde casi tres años.
Para
la próxima semana, la juez federal Edith Alarcón, rectora del concurso
mercantil de Mexicana de Aviación, tendrá que emitir el ultimátum al
conciliador José Gerardo Badín para que entreguen la propuesta del convenio con
acreedores porque, de lo contrario, la juez declarará la quiebra (seguramente
fraudulenta), perdiéndose la última esperanza de una reestructuración para que
Mexicana vuelva a despegar. Las expectativas son sombrías; el tiempo
transcurrido ha sido mortal para revivir la aerolínea.
Los
trabajadores de Mexicana viven un auténtico drama. Su situación es desesperada.
Entre ellos, también, los cerca de 640 sobrecargos jubilados que están
sufriendo la suspensión de sus pagos. Nadie les da cuenta del fideicomiso que
desde el año 2000 se constituyó, con 124 millones de pesos, para crear las
reservas para las obligaciones contractuales. La fiduciaria Banorte-Ixe no les
ha rendido cuentas de ese fondo y, unilateralmente, les ha reducido las
pensiones a cantidades irrisorias, pagadas con meses de atraso.
El
vía crucis de éste personal, que por décadas fue el símbolo de la calidad y
calidez del servicio de Mexicana, hoy está siendo agredido no sólo por su
empresa, sino por la propia institución bancaria, que les niega el pago y la
información sobre el fideicomiso al que ellos contribuyeron para cumplir la
cláusula 74 del Contrato Colectivo de Trabajo que les permitía jubilarse con
una pensión digna. Ellos han sido víctimas, al grado de que dos de sus
integrantes acaban de mantener una huelga de hambre en la terminal aérea de la
Ciudad de México, que han levantado con la esperanza de que les respeten sus
derechos.
Falta
ver sí el fondo del fideicomiso ya fue ultrajado, para hacer frente a otros
gastos de la irresponsabilidad de la administración del grupo de Gastón
Azcárraga, toda vez que es insostenible que la fiduciaria oculte información a
los fideicomisarios o beneficiarios de un fondo que a la fecha debe ser
superior a los 800 millones de pesos.
AJTEAM
Asociación de Jubilados Trabajadores y
Extrabajadores de la Aviación Mexicana A.C.
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